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Nosotros nacimos en territorio español

Los territorios americanos fueron reinos de España. Colonias tuvo Inglaterra.

A Guenady, comentarista cubano del canal 23yFlagler (YouTube, 2024), le pedí que me ofreciera su tribuna para difundir la iniciativa de Cuba española, y accedió de inmediato. Muchas gracias. Nuestra hoja de ruta es lograr el reconocimiento por España de los derechos históricos de todos los cubanos a la ciudadanía española, que emerge de dos elementos que no admiten controversia: (1) Cuba y Puerto Rico se consolidan como territorios españoles, a los que se hace extensivo, en 1881, el Título I de la Constitución vigente en aquel momento, cuyo artículo 1º establecía que eran españoles todos los que nacen en territorio español y todo hijo de padre o madre española, con lo cual los cubanos y puertorriqueños somos españoles por doble vía: porque nacimos en territorio español, y (2) porque nuestra ascendencia no es otra cosa que española, que aun cuando hubiese venido de otra parte, el primer nacimiento ocurrido después de 1881 debe entenderse como un ciudadano español originario.

Y la entrevista entera la puedes ver aquí mismo:

Si bien agradezco la gentileza que tuvo Guenady al abrirme las puertas de su programa, debo decir que esperaba un nivel más alto de rigor, sobre todo si trajo como invitado (¿oponente?) a un historiador que sin embargo no prestó ninguna atención a los argumentos que intentaba poner sobre la mesa, y la oposición, en lugar de girar sobre el tema central y neurálgico de la ciudadanía, se torció para mostrar el resultado de la leyenda negra en Cuba. Ese es el resultado de un siglo de educación a cargo del Estado a golpe de pura propaganda nacionalista, que no solamente genera una identidad basada en la necesidad del Estado cubano de justificar su existencia, sino que ha calado con un grado de sacralidad que es francamente sorprendente. Para que el mito fundacional (o el cuento de la malanga) se mantenga, no solamente es necesario inculcar lo falso como cierto e hilvanar mínimamente los hechos para que tengan algún sentido, sino además debe ser blindado contra el uso de la razón o un mínimo cuestionamiento. Y he ahí que Cuba es probablemente el único país del mundo en el que la intransigencia a todo trance se considera un valor positivo. La intransigencia es la incapacidad de que la razón nos mueva, y avancemos con los tiempos, al despojarnos de brebajes culturales cuyo objetivo es enquistarse como el más temible de los virus, que secuestran la maquinaria reproductiva de la cultura y también, como los virus, no importa si el huésped muere. El punto es reproducirse.

En una perspectiva macrohistórica, quizá la tiranía cubana es el resultado de una combinación destructiva: nacionalismo + intransigencia, que todavía a día de hoy se vocifera a todo pulmón y a toda tinta sin que nadie advierta el yerro. Lo mismo el ministerio de Relaciones Exteriores, que Tribuna de la Habana, repiten la cansina monserga, que llega al exilio y en voces de tanto prestigio como la de Carlos Ripoll en este artículo de Diario Las Americas sobre la intransigencia martiana, que para suavizar adorna como “noble intransigencia”. La intransigencia nunca puede ser un valor. La intransigencia es el camino a la guerra, al desencuentro, ¿y a quién puede interesarle entronizar la intransigencia como un valor? ¡Bingo! A quien no quiere el encuentro, no quiere la avenencia, a quien quiere el conflicto, y necesita imponerlo como la única forma de hacer valer su criterio.

Pero el tema central era la nacionalidad. Volvamos a ella: por supuesto que la nacionalidad es una realidad que opera en Derecho con total independencia de un comportamiento determinado de quienes detentan el poder. Digo esto porque haya sido España la bruja malvada de la película o no, el derecho de ciudadanía es una realidad que trasciende ese diferendo. Y perdón, si España es un país tan opresor, ¿por qué los cubanos se empiezan a ir en masa justamente en 1869?

Si de 1860 a 1869 las autoridades norteamericanas registraron 3420 inmigrantes de origen cubano (cifra elevada para una población de millón y algo de habitantes y elevadísima en comparación con la emigración de las Américas hacia Estados Unidos), de 1870 a 1879 “Cuba emitió 8705 salidas hacia el territorio estadounidense, o sea, un aumento del 150% con respecto a la década anterior”.1 Con ello quiero decir que los cubanos han votado sistemáticamente con sus pies, y si hoy los cubanos deciden irse de Cuba en masa es por la misma razón por la que lo hicieron en 1869, por esa maldita intransigencia.

Entonces, en esa libreta donde apuntamos lo que queremos hacer cuando Cuba sea libre, que no se nos olvide empezar a contarnos otra historia, otro relato, porque la que nos estamos contando, con esos antivalores pintados como valores, no habrá Congreso que funcione, ni país que avance, y al paso que vamos, no faltará otro presidente Manolo que echará mano de la intransigencia para regresarnos otra vez a la oscuridad de la sinrazón.

1

Salim Lamrani, «La emigración cubana hacia los Estados Unidos de 1860 a 2019: un análisis estadístico y comparativo», Études caribéennes [en línea], 7 | Julio 2021, consultado el 19 de abril de 2024. URL : http://journals.openedition.org/etudescaribeennes/21355 ; DOI : https://doi.org/10.4000/etudescaribeennes.21355

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